Gregor Samsa se transforma en un gusano

Escrita en 1912 y publicada por primera vez en 1915, Die Verwandug, La transformación, más conocida como La metamorfosis, se publicó por primera vez en español en 1925, en dos números consecutivos de la ya prestigiosa Revista de Occidente, el 18 y el 19, sin que constara el nombre del traductor. También aparecieron en las mismas condiciones los cuentos Un artista del hambre y Un artista del trapecio. Por desgracia, los archivos de la revista desaparecieron durante la guerra civil española, lo que hace imposible saber quién se encargó del cambio de lengua, aunque un hijo de Ortega supuso, en algún momento, que se trataba de una traductora, la escritora Margarita Nelken, aunque según otras fuentes pudiera ser otro colaborador de la revista, Fernando Vela.
El siguiente avatar de estos textos fue su aparición en forma de libro en Argentina, en la editorial Losada, en 1938, junto a otros cuentos y constando como traductor Jorge Luis Borges. Considerado lógicamente como el traductor al español de la primera Metamorfosis, algo que tiene la gracia de unir a los dos cuentistas mayores del siglo XX, Borges negó ser el autor de esta traducción en una entrevista con Fernando Sorrentino:

“Yo no soy el autor de la traducción de este texto. Y una prueba de ello – además de mi palabra – es que yo conozco algo de alemán, sé que la obra se titula Die Verswandlung y no Die Metamorphose, y sé que hubiera debido traducirse como La transformación. Pero, como el traductor francés prefirió – acaso saludando de lejos a Ovidio – La Métamorphose, aquí servilmente hicimos lo mismo. Esa traducción ha de ser – me parece por algunos giros – de algún traductor español. Lo que yo sí traduje fueron otros cuentos de Kafka que están en el mismo volumen publicado por la editorial Losada. Pero, para simplificar – quizá por razones meramente tipográficas -, se prefirió atribuirme a mi la traducción de todo el volumen, y se usó una traducción acaso anónima que andaba por ahí.”

Más pruebas contra esta posibilidad es que cuando la Revista de Occidente, en España, recogió finalmente La metamorfosis en libro, añadiendo Un artista del hambre y Un artista del trapecio, en 1945, en una colección sin continuidad extrañamente titulada Novelas extrañas, no hizo constar el nombre del traductor, ni tampoco consta, muchos años después, en las múltiples ediciones de Alianza Editorial que la popularizaron.
Otro misterio mayor es como fue posible que en 1958, en un ejemplar azul, con el autor, el título y la editorial escritos en bella tipografía en la cubierta, Franz Kafka, La metamorfosis, Editorial Dintel, empieze así:

“Una mañana, tras agitado sueño, Gregorio Samsa amaneció transformado en un gusano.”

En este la caso la traductora no se esconde en el anonimato sino que firma con el nombre completo: Margarita E. de la Sota. Curiosamente, líneas más abajo se lee, aunque algo enrevesada, la descripción que llevó a Vladímir Nabokov a aseverar que el insecto en que se convirtió Samsa era un escarabajo grande, aunque no un escarabajo pelotero ni una cucaracha:

“Estaba acostado de espaldas, unas espaldas duras como una coraza, y levantando un poco la cabeza, advirtió que tenía un vientre oscuro y abovedado, dividido por arqueadas nervaduras. La colcha, apenas retenida en la cúspide de esa construcción, estaba ya a punto de caer, y las patas, desproporcionadamente delgadas, agitábanse ante sus ojos.”

¿Un gusano con una espalda dura como coraza, un vientre oscuro y en forma de bóveda? ¿Cómo puedo alguien, en 1957, cuarenta y tres años después de su primera edición en alemán, treinta y siete después de su primera traducción anónima al español, cuando ya Kafka era conocido y reconocido en todo el mundo, convertir a Gregor Samsa, no en un insecto monstruosos, en un bicho, sino en un gusano?

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COMENTARIOS

  • José Gros-Aymerich

    ‘El sabio y el político’. ¡Pobre Max Weber!, no solo no consiguen encuadrarle: filósofo, sociólogo, ensayista,…sino que a algunos se les haría demasiado prosaico. El título original de esa obra en alemán es: ‘Wissenschaft wie Beruf, Politik wie Beruf’, si a un alemás le preguntan: Was haben Sie als Beruf?, responderá algo así como: ‘Ich werde Elektriker': ‘Me haré electricista’, el caso es que: ‘llamar’, es: ‘anrufen’ luego: ‘Beruf’, es más bien: ‘vocación’, como cantaban las niñas: ‘Quisiera saber mi vocación: soltera, casada, viuda, monja’, por si no fuese suficientemente dinamitero el título de esta obra, que estudian en las escuelas de administración cubanas, como en otras estudian a Carlos Castaneda, la frase más notoria de ese libro sería: ‘Los que quieran dedicarse a la política, que se pongan bajo las órdenes de los demonios’, luego está el patriarca del positivismo, Auguste Comte, autor del lema de la bandera brasileña, ciertamente muy bonita: ‘Ordem e progresso’=’Orden y progreso’, Auguste Comte sentenció: ‘Es evidente que el sistema solar está mal diseñado’. ¿Alguien da más?

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