Eduardo Mendoza Garriga nació en Barcelona en 1943. En 1975, cuando vivía en Nueva York ejerciendo de traductor, publicó su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, que recientemente recuperó su título original, Soldados de Cataluña. De base policiáca y política, retrata la Barcelona de les primeras décadas del siglo XX, cuando se parecía más al Chicago de Al Capone que al Amsterdam de los coffee shops, como ahora. Consiguió, además, la cuadratura del círculo literario: unir en una sola obra la manía experimental que hacía furor en la narrativa hispánica y europea de la época – collages, montajes cinematográficos, homenajes literarios, radicalidad política – con la gran tradición narrativa popular del siglo XIX – la corriente que bebe de Dickens y Pérez Galdós – para construir una obra moderna y entretenida, algo que parecía imposible si no era en las manos de Vargas Llosa. La parte experimental desapareció en las obras posteriores, a no ser que consideremos experimentales los largos parlamentos gamberros con que nos mata de risa en todas sus obras, ya sea narrativas o de ensayo.
Aparecieron después dos novelas policíacas que son, para muchos, sus obras maestras y de las pocas novelas española que pueden ponerse a la altura del Lazarillo en la recuperación moderna de la picaresca: El misterio de la cripta embrujada (1978) y El laberinto de las aceitunas (1982). Con La ciudad de los prodigios (1986) consiguió el sueño de todos los escritores: lograr la gran novela – una de las grandes novelas, mejor – de su lugar natal, ya sea América o Uzbekistán. En el caso de Mendoza, una de las grandes novelas – con el permiso de Mercè Rodoreda y de la Vida privada de Josep M. de Sagarra, una de sus fuentes – de Barcelona.
A partir de entoces, Mendoza siguió con una obra a la vez muy personal y muy variada: fantaciencia – si nos permiten utilizar la palabra italiana que da un toque humorístico a la más seria ciencia ficción hasta convertirla en las Cosmicómicas de Italo Calvino – en Sin noticias de Gurb y El trayecto del Horacio dos, la invención de una Venecia única vista por un catalán cansado en La isla inaudita, un recuerdo de La vida de Brian en El asombroso viaje de Pomponio Flato, dos novelas que recuperan al detective indigente de la Cripta con muchas carcajadas aunque no el mismo acierto literario o una ida al Madrid cercano a la guerra civil en Riña de gatos. En el apartado de miscelánea se encuentran desde obras de teatro en catalán hasta libros de viaje o ensayos literarios.
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